Nota Editorial: Ofrecemos artículos de nuestras publicaciones de años anteriores como referencia para nuestras Líderes y miembros. Los lectores deben tener en cuenta que la investigación y la información médica cambian con el tiempo.

Por Carol Huotari, Bibliotecaria de Referencia del CBI
(Traducido de LEAVEN, Vol 33, Nº 2, Abril-Mayo de 1997, pp. 30-1)

La mayoría de las madres embarazadas saben que no se recomienda beber bebidas alcohólicas durante el embarazo. Su médico, la radio, la televisión, las revistas, los posters o afiches de las clínicas de salud e incluso los avisos en las botellas que contienen bebidas alcohólicas les advierten del peligro. De hecho, en algunos países se exige que los dueños de las tiendas coloquen avisos de este tipo en todos los lugares en los que se vende alcohol. En el caso hipotético, por otro lado poco probable, de que una mujer embarazada olvidara que el alcohol podría dañar a su hijo no nacido, sus amigos y familiares se darían prisa en recordárselo.

Pero no todo está tan claro después de que el niño ya ha nacido y la madre lo está amamantando. Tradicionalmente la cerveza y, en menor grado, el vino, se han recomendado como una ayuda para producir leche ­ una fuente de vitaminas del grupo B así como un medio de que la nueva madre se relaje. Sin embargo, solamente las cervezas europeas, no pasteurizadas, contienen las beneficiosas vitaminas del grupo B, y éstas son abundantes en muchos alimentos y suplementos dietarios.

Investigación no concluyente

La investigación realizada acerca de la lactancia y el alcohol está muy lejos de ser concluyente, siendo incluso en algunos casos contradictoria.

Julie Menella y Gary Beauchamp del Monell Chemical Senses Center de Pensilvania, Estados Unidos, han investigado los efectos del alcohol en el niño lactante. Han descubierto que el olor de la leche de la madre cambia cuando ésta ingiere alcohol. El niño succiona de forma más vigorosa pero en promedio toma menos leche. Resulta interesante que las madres de este estudio no percibieron esta reducción en la ingesta de leche de sus hijos, pese a que los niños consumieron una cantidad significativamente menor de leche.

Mennella y Beauchamp determinaron posteriormente que si una madre consumía cerveza sin alcohol, no había cambio en el patrón de succión del niño. Esto indica que no es sólo el olor de la leche el que afecta al niño, sino también el componente alcohólico. Es importante que la madre recuerde que su niño decidirá acabar una toma antes de lo habitual si ella ha estado bebiendo.

En 1981, la revista médica Lancet publicó una carta de G. de Rosa describiendo sus esfuerzos en pos de determinar si la ingestión de cerveza o de una solución alcohólica alteraba la secreción de prolactina en las mujeres. Aunque en el estudio se estudiaron mujeres no-lactantes, el autor descubrió que la ingestión de cerveza aumentaba los niveles de prolactina en sangre a los 30 minutos de la ingesta. La prolactina es la hormona que ayuda a sintetizar la leche.

Posteriormente, en 1988, un estudio sobre la succión en las ratas de M. G. Subramanian definió el efecto del alcohol en las hembras lactantes. Los niveles normales de prolactina no se alteraban cuando se administraba alcohol a las madres, sin embargo, el nivel de prolactina inducido por la succión se inhibió de forma significativa. Aunque este estudio se realizó en ratas, muestra un efecto inhibitorio del alcohol en la liberación de prolactina.

Otra hormona que existe en el cuerpo de las madres, la oxitocina, también es afectada por la ingestión del alcohol. La oxitocina gobierna, entre otras cosas, el reflejo de eyección de la leche. Cuando una madre oye llorar a su hijo, la oxitocina hace que su leche baje. La oxitocina se libera a través de muchas vías sensoriales que incluyen la visión, el tacto, el olfato, y escuchar o pensar en su hijo.

Edgard Cobo, un investigador que trabajó de forma precoz con la oxitocina, estableció las condiciones normales de la respuesta de eyección de la leche. Sin embargo, cuando a una madre se le administraron de uno a dos gramos de etanol (alcohol), hubo una reducción significativa de la respuesta de eyección de la leche que parecía ser dependiente de la dosis. En 1992, V. Coiro estudió el efecto del etanol en mujeres no-lactantes. La estimulación de la mama aumentaba el nivel de oxitocina en el torrente sanguíneo, pero cuando se administró etanol, la liberación de oxitocina se inhibió. Aunque uno debería ser siempre cauto en comparar grupos de diferentes características, existe la posibilidad de que cuando una madre lactante consume suficiente cantidad de alcohol, se pueda alterar su reflejo de bajada de la leche.

En otro estudio que examinaba los efectos de la exposición al alcohol en el período de lactancia, Gottesfeld y LeGrue utilizaron crías de rata en período de lactancia como sujetos del estudio y descubrieron déficits a largo plazo en la inmunidad celular y en el sistema nervioso. Esto indica que existe sensibilidad en etapas tempranas del desarrollo, al menos en las ratas.

¿Por qué tomar en consideración estudios que se han realizado en madres no lactantes y en ratas? Éste es, en parte, el estado de la investigación acerca de este tema. El estudio en ratas de Subramanian ha servido como referencia para algunas investigaciones posteriores de otros autores, dando mayor crédito a sus hallazgos. Tampoco sería ético realizar una investigación así en bebés humanos. Sin embargo, la investigación debe conservar una adecuada perspectiva. El metabolismo de una sustancia en una madre lactante puede ser diferente del metabolismo en mujeres no-lactantes y en ratas.

Efectos en las Madres

En general, las mujeres tienen menos cantidad de fluido corporal y menos tejido adiposo que los hombres y, como resultado de ello, tienen mayores concentraciones de alcohol en su sangre que los hombres del mismo peso después de ingerir la misma cantidad de alcohol. Las variaciones en el peso de las mujeres también afectan a la detoxificación del alcohol. Las mujeres más delgadas necesitan más tiempo para metabolizar la misma cantidad de alcohol que las mujeres de mayor peso. Como el hígado adulto procesa el alcohol a una tasa constante, cuanto más alcohol se consume, más tiempo se invierte en eliminar ese alcohol.

En un artículo que Pat Schulte publicó en 1995 en el Journal of Human Lactation (Publicación sobre la lactancia humana), se habla de estos factores así como del hecho de que el ciclo menstrual de la mujer influye en su tasa de absorción de alcohol. Los bajos niveles de estrógenos se han asociado con mayores concentraciones sanguíneas de alcohol, lo cual tiene como consecuencia un mayor riesgo potencial de intoxicación. Cuando una mujer presenta amenorrea (ausencia de la menstruación) debido a que está en período de lactancia, sus niveles de estrógenos son bajos. Las comparaciones que tienden a generalizar entre las mujeres no-lactantes y las madres que están amamantando a sus pequeños, sin embargo, nos conducen a pensar que una madre lactante que bebe le aporta más alcohol al bebé a través de su leche. Tales comparaciones y afirmaciones pueden no ser del todo ciertas dado que algunas investigaciones muestran que las mujeres lactantes y no-lactantes procesan el alcohol de forma diferente.

Un hallazgo importante ha surgido del trabajo de un equipo brasileño que ha comparado a las mujeres lactantes y no-lactantes en cuanto a la absorción del alcohol. Cuando las mujeres se agruparon según su edad, peso y grupo étnico, se descubrió que las mujeres lactantes mostraban una menor absorción del alcohol que las mujeres del grupo control. Además de que el alcohol tardó mucho más tiempo en absorberse, los niveles sanguíneos de alcohol (que son comparables con los niveles en la leche) fueron significativamente menores en las mujeres lactantes. La tasa de etanol (alcohol) que llega al hígado parece ser diferente en las mujeres lactantes, posiblemente como resultado de que hay una menor cantidad de etanol circulando por el cuerpo.

Margaret Lawton, de Nueva Zelanda, fue una de las primeras en mostrar que la eliminación del alcohol de la leche está muy ligada a su eliminación de la sangre y no se ve afectada por el amamantamiento ni por sacarse la leche. Esto indica que no hay ningún beneficio en la práctica de extraer y tirar la leche después de beber alcohol excepto el permitir que la madre alivie un poco la congestión de sus mamas si se retrasa en volver a dar de mamar a su hijo.

A medida que el alcohol se va eliminando de la sangre de la madre, también se va eliminando de su leche. El artículo de Schulte nos presenta una tabla que muestra el tiempo que lleva metabolizar el alcohol en base al peso de la mujer. Si una mujer pesa 45 kg. (100 libras) y se toma una copa, le llevará 3,1 h. eliminarlo de su cuerpo. Si pesa 72 kg. (160 libras), le llevará 1,9 h. eliminarlo de su organismo. No se sabe si esta información se puede aplicar a la mujer lactante del mismo peso que la mujer no-lactante porque hay investigadores que han encontrado diferencias entre ambas en la forma de procesar el alcohol. Schulte también nos dice que ni tomar café, ni tomar un baño ni salir al aire fresco sirven para acelerar el proceso. En otro artículo de la misma revista, Philip O. Anderson recomienda que las madres esperen para dar de mamar al menos dos horas después de haberse tomado una copa.

La Academia Americana de Pediatría tiene un enfoque cauteloso. Coloca el alcohol dentro de la categoría “Medicación materna habitualmente compatible con la lactancia” en su estudio de 1994 sobre los fármacos y otros productos químicos en relación con la leche humana.

Jack Newman, miembro del consejo asesor de salud de la Liga de La Leche y defensor de la lactancia, ha expresado su preocupación sobre que a las madres lactantes se les pongan demasiadas restricciones. Señala que las madres lactantes ya sienten demasiadas limitaciones así que prefiere no prohibir el alcohol, especialmente cuando la investigación no respalda que el hecho de que la madre beba de vez en cuando suponga un serio impacto en el niño.

Efectos en el niño

El Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano, junto con el Instituto de Alcoholismo y Drogadicción de la Universidad de Washington, Estados unidos, patrocinaron un estudio publicado en 1989 sobre el consumo del aclohol por parte de la madre durante la lactancia y su efecto en el desarrollo mental y motor del niño después de un año. En su estudio, 400 niños nacidos de mujeres que eran miembros de un plan de seguro de salud, no presentaron diferencias en las pruebas de desarrollo cognitivo (Indice de Desarrollo mental de Bayley) cuando sus madres ingerían alcohol. Se detectó una diferencia pequeña pero significativa en el desarrollo motor al año de edad en los niños cuyas madres bebían alcohol de forma regular.

El estudio fue enviado al Consejo Asesor de la Liga de La Leche para que evaluaran su importancia para las madres lactantes. Una falla en el estudio, que fue destacada por los miembros del Consejo Asesor de la Liga de La Leche así como por otros autores, fue que el grupo de niños lactantes incluía a niños que recibían hasta 480 ml. (16 oz.) de leche de fórmula como suplemento cada día. Tampoco se tomó en consideración adecuadamente el hecho de beber de vez en cuando en una fiesta o como parte de una celebración especial. La respuesta colectiva del Consejo fue la posición de la Liga de La Leche: el que una madre lactante beba en una o dos ocasiones no hará daño a su bebé- es aceptable.

Es importante recordar una serie de cosas cuando las madres nos pregunten acerca del uso del alcohol durante la lactancia:

  • La edad del niño es importante.
    Un recién nacido con un hígado inmaduro será más fácilmente afectado que un niño mayor.
  • El peso y talla de la mujer pueden repercutir en cómo su organismo procesa el alcohol.
    Por eso la cantidad de alcohol que consume es importante.
    Diluir un vaso de vino con agua y beberlo despacio es una forma de limitar la ingesta.
    También es habitual ver que la gente elija agua embotellada o soda, algunas veces con un poco de limón añadido.
    Comer al mismo tiempo que se bebe es una forma de disminuir la tasa de absorción.
    Las comidas ricas en grasas, en particular, disminuyen la absorción de alcohol.
  • Se pueden considerar alternativas. Una madre puede elegir una bebida sin alcohol. Si elige una bebida con alcohol, puede esperar a que el alcohol se elimine de su cuerpo antes de dar de mamar a su bebé.
    Esto funciona bien si el bebé duerme toda la noche de un tirón.
    Si siente los pechos congestionados, puede extraerse leche para sentirse más cómoda. Puede planear esto con antelación y sacarse leche antes de beber y tenerla guardada para la ocasión.
    Debe tener confianza en dar de mamar a su bebé si bebió poco alcohol, en vez de darle a su hijo leche artificial.
    Hay peligros documentados en la leche de fórmula, pero ninguna investigación ha podido probar que es peligroso amamantar a un niño si su madre se ha tomado un vaso de vino en una boda.Como las investigaciones realizadas hasta la fecha no muestran que un uso ocasional del alcohol (1-2 copas) pueda dañar al niño lactante, la Liga de La Leche continúa respaldando la opinión de que un empleo ocasional de alcohol en cantidades limitadas es compatible con la lactancia.

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