Cada año, desde 1913, el 19 de febrero se celebra el Día del Ejército Mexicano. Dentro del entorno laboral, existen muchas mujeres que han decidido formar parte del ejército. Así también, algunas de estas mujeres han decidido que la lactancia sea su camino de crianza.
Hoy, en este contexto, reconocemos el gran esfuerzo de todas estas mujeres militares que cada día, junto con sus actividades laborales cotidianas, se extraen leche materna para dejarla a sus bebés amamantados. Cada una tiene una historia que contar. Aquí, el testimonio de Fabiola.
Hola a todas las mamis y futuras mamis.
Les quiero contar mi experiencia, con la intención de mandarles la mejor de las vibras y ánimos para todas ustedes, empecemos:
Quedé embarazada en el 2015, trabajando en el Ejército Mexicano, que ustedes sabrán, es un trabajo bastante estresante y te consume a más no poder. Pues bien, durante mi embarazo jamás fui a una plática de esas que dan en el IMSS o en el Hospital Militar sobre lactancia materna. Pensaba: «¡Por favor, qué tan difícil sería darle teta a un niño!». La llegada de mi hijo fue en septiembre por parto natural y el «calvario» comenzó, las hormonas hicieron su chamba y sumado a que mi esposo (quien también es parte del Ejemex) estuvo acuartelado unos días cuando recién me alivié, pues ya se imaginarán; yo estaba hecha un mar de lágrimas. Mi pobre padre quien fue quien nos cuidó ya no sabía qué hacer, me decía que ya no llorara y que le diera fórmula al niño (lo cual hice un corto período de tiempo). Lo peor fue que en esos días él enfermo del «chikungunya» y mi mamá de dengue… ¡Olvídense del puerperio!
Tuve que hacerme el ánimo y levantarme a hacer los quehaceres del hogar y atender a los 3, es decir, mi bebé y mis papás. Un día mientras andaba en el supermercado comprando unas cosas, me encontré a una amiga de la primaria quien traía a su hija. Al verla y ponernos al corriente, me solté llorando con ella ahí en pleno centro comercial, y fue cuando me dijo, «Tranquila Faby, ¿quieres dar amamantar?, entonces vamos a la Liga de La Leche”.
Fui un sábado y para no perder la costumbre ahí también lloré, estaban todas las mamás amamantando y ahí me tenían a mí con el biberón metiéndoselo a mi hijo de 14 días de nacido. Pero ese mismo día las madres me cobijaron y me informaron sobre la lactancia materna y descubrí un mundo maravilloso y a la vez super complicado.
Comencé a amamantar siguiendo sus consejos que me pasaban por whatsapp y por llamadas; también busqué grupos de lactancia por facebook… Así es, hubo grietas, hubo sangre, hubo desesperación, estrés, también enojos, pero ¿saben qué me salvo? MIS GANAS POR LOGRARLO, MI DETERMINACIÓN… Me decía «¡¿cómo fregados otras pueden y yo no?!, tengo que poder, lo tengo que hacer…».
De igual manera, eché por la borda la opinión de personas que intentaban desanimarme o «convencerme» de que no había problema que mi hijo no fuera amamantado, porque cuántos niños no han sido así y míralos tan sanitos como si nada. Así que poco a poco lo logré.
Regresé a mi trabajo y yo ya iba bien equipada, con un extractor manual, mi hielerita y mucha pero mucha paciencia. Por los conductos regulares hablé con el comandante de la zona y le solicité autorización para estar extrayéndome leche. El permiso lo conseguí y sí, hice muchas peripecias, pero no había día en que no me sacara lechita. Comencé con mi banco de leche. Fue muy difícil porque en un par de ocasiones me mandaron de comisión fuera de plaza y a donde llegaba buscaba el momento para sacarme leche y resguardarla Sin embargo en mayo de 2016, me cambiaron de manera definitiva a Apatzingán, Michoacán. Me puse muy triste, tuve que dejar a mi bebé de 8 meses para presentarme en mi nueva plaza, pero nunca, nunca dejé de sacarme leche. Continué con mi banco, ya no tuve tantas facilidades para extraerme. Sin embargo, buscaba las maneras, hablaba con los oficiales de guardia o me esperaba hasta la comida, o de plano me arriesgaba a que me arrestaran por no estar en mi lugar de trabajo.
No fue fácil, mi lactancia fue un poco solitaria aunado a que me topé con mucha ignorancia y falta de apoyo tanto de mis superiores como algunas de mis compañeras de trabajo; mis papás me echaban porras por teléfono, en especial mi mamá que lloraba conmigo pero aún así me decía «aquí hay un bebé que quiere su lechita, ¡tú puedes hija!”. Mi esposo igual, así que ustedes mamitas (y más para las que trabajan) NO SE DESANIMEN, NO ESTÁN SOLAS, BUSQUEN LA MANERA DE LOGRARLO, DE CONTINUAR, HÁGANLO POR USTEDES Y SUS HIJOS.
Deseo con el alma que mi experiencia les de aliento y ánimos para seguir, en el camino se encontrarán con gente maravillosa que les ayudarán en su proceso.
Un abrazo fraterno para todas ustedes.
Con cariño:
Faby (mamá lactante desde hace 4 años con 4 meses)
Aquí algunas referencias útiles para madres militares: