Información perteneciente a la revista NUEVO COMIENZO, Vol. 16 Numero 1 Año 2004

La llamada “vitamina D” es en realidad una hormona esteroide producida en el cuerpo a partir de un proesteroide, el cual se forma por la exposición directa de la piel a los rayos ultravioleta B (UVB) del sol. La migración, la industrialización, las desigualdades sociales y la preocupación acerca del cáncer en la piel han reducido globalmente la exposición a la luz solar. Sin embargo, la exposición directa y casual a la luz solar, es biológicamente el medio más normal, común e importante de adquirir los niveles suficientes de vitamina D para los humanos; el consumo dietario se hace importante sólo cuando la producción endógena es inadecuada y las reservas del cuerpo se han agotado. Solamente unos pocos alimentos como el hígado y los aceites de algunas peces grasos contienen suficientes niveles de vitamina D. En ausencia de causas orgánicas subyacentes como enfermedad hepática o renal y prematurez, la deficiencia de vitamina D es deficiencia de luz solar.

El raquitismo

La deficiencia de vitamina D en la infancia puede causar raquitismo, enfermedad entre cuyos síntomas se incluyen deformidades óseas y fracturas, debilidad muscular, atrasos en el desarrollo, baja estatura, dificultad respiratoria, tétanos y falla cardiaca. Los efectos del raquitismo sub-clínico son desconocidos. La deficiencia de vitamina D en los primeros meses de vida es rara, pero puede ocurrir congénitamente en bebés cuyas madres tuvieron deficiencia severa durante el embarazo. El raquitismo aparece más frecuentemente en niños entre los 6 y 36 meses de edad, que en aquellos menores de 6 meses y su presentación clínica varía de acuerdo con la edad a la cual aparece.

Hacia 1960 fue virtualmente eliminado en la mayoría de los países desarrollados a través de los suplementos de vitamina D y el uso de leche de vaca fortificada. Sin embargo, el raquitismo continúa siendo un problema serio de salud en algunos países en vías de desarrollo como China (40,7% de los niños) y Turquía (23% en la región central).

Factores genéticos, hormonales, nutricionales y culturales interactúan para causar raquitismo en niños susceptibles. La deficiencia materna de vitamina D durante la gestación, que es comúnmente asintomática, trae como resultado reservas fetales de vitamina D poco desarrolladas. En la deficiencia de vitamina D en bebés amamantados, diferentes factores de riesgo de tipo ambiental se unen y ocultan significativamente los factores relacionados con la deficiencia materna. Esos factores incluyen confinamiento en interior durante las horas de luz; vivir en latitudes altas; vivir en áreas urbanas en las cuales la polución y/o los altos edificios bloqueen la luz solar; pigmentación oscura de la piel; uso de protección solar; variaciones por las estaciones; cubrir mucho o todo el cuerpo cuando se está en el exterior por ejemplo debido al clima frío o miedo al cáncer de piel; incremento en el orden de nacimiento; exposición al plomo; y el reemplazo de la leche materna por alimentos bajos en calcio o aquellos que reducen la absorción del mismo.

En la presencia de estos factores de riesgo, otros factores incluyen no consumir leche de vaca fortificada con vitamina D, otros alimentos fortificados con vitamina D o suplementos de vitamina D.

El paradigma original

Las fuentes biológicamente normales de vitamina D para los lactantes son principalmente las reservas prenatales (para neonatos) y la luz del sol, con una pequeña contribución hecha por la leche materna. Las investigaciones han demostrado que sin exposición post-natal a la luz solar, las reservas de vitamina D de origen fetal se agotan a las ocho semanas, en bebés exclusivamente amamantados en Tampere, Finlandia (61°N en invierno).

A la vez, estudios en niños ha mostrado que sólo unas pocas horas totales de exposición al sol de verano, en latitudes más bajas, producen suficiente vitamina D para abolir la deficiencia por varios meses. Los bebés caucásicos exclusivamente amamantados, expuestos a la luz solar pueden no requerir suplementos de vitamina D durante sus primeros seis meses de vida, sin importar las variaciones en la exposición a los rayos UVB debido a los cambios estacionales, particularmente si sus madres han tenido suficiente exposición al sol o tomaron vitaminas prenatales durante el embarazo. Los bebés de pigmentación oscura pueden requerir tres a seis veces más exposición a la luz solar que aquellos de pigmentación clara, para producir la misma cantidad de vitamina D.

Cuando los bebés y sus madres son expuestos a niveles biológicamente normales de luz solar se debe asumir que la leche materna contiene niveles normales de vitamina D. La concentración de vitamina D en la leche materna se incrementa cuando las reservas de la madre son altas, lo cual depende de su exposición al sol, la pigmentación de su piel, la latitud, la estación, y -en ausencia de suficiente exposición a los UVB- de la vitamina recibida en la dieta; la concentración de vitamina D en la leche materna se incrementa significativamente con dosis farmacológicas de suplementos de vitamina D.

Controversia

No existe un consenso global sobre cómo proteger a bebés, niños y mujeres embarazadas de la deficiencia de vitamina D, o para prevenir esta deficiencia en bebés amamantados y niños. Las recomendaciones para bebés lactantes incluyen suplementación universal, suplementación para bebés en riesgo y pequeñas dosis habituales de luz solar. En algunas regiones donde la luz solar es plena (Ecuador, Colombia, parte de Brasil), no se han desarrollado recomendaciones. Las recomendaciones para bebés en riesgo pueden ser difíciles de interpretar y aplicar; por ejemplo, la dificultad para definir “piel oscura”. La dosis exacta de exposición a los UVB, también es difícil de calcular. La determinación de la cantidad exacta de exposiciones regulares, breves y que no ocasionen reacción cutánea para producir suficiente vitamina D en bebés y niños específicos, depende de muchos factores.

Los riesgos de la suplementación oral para bebés y niños, no se conocen. Aunque la suplementación y fortificación con vitamina D han sido usadas en muchos países por décadas, esto no quiere decir que carezca de riesgo. Para muchos, la prevención de deficiencia de vitamina D por medio de la suplementación rutinaria para todos los bebés amamantados menores de seis meses, puede ser vista como evidencia de que la lactancia es inadecuada.

Muchas preguntas relacionadas con la suplementación con vitamina D en bebés amamantados continúan sin respuesta:

 

  • ¿Tienen algún efecto fisiológico sobre el bebés, los suplementos de vitamina D?
  • ¿Cómo pueden dichos suplementos, dados a bebés amamantados con diferentes dosis, edades y latitudes, afectar la prevalencia de raquitismo en bebés en riesgo?
  • ¿Puede la suplementación universal de vitamina D afectar las creencias y el comportamiento relacionado con la lactancia (e.g., uso de otros suplementos, introducción prematura de otros alimentos, destete)?
  • ¿Cómo afecta la exposición a la luz solar en dosis no mayores que las necesarias para producir suficiente vitamina D en lactantes, el riesgo de cáncer de piel?
  • ¿Qué medios de prevención de deficiencia materna de vitamina D serían más efectivos en la reducción del riesgo de deficiencia temprana de vitamina D en bebés?

 

Dadas las incidencias variables, la combinación de factores de riesgo, las prácticas culturales y los recursos financieros a lo largo del globo, es poco probable que una recomendación uniforme para la prevención pueda exitosamente suplir las necesidades de bebés que viven en diferentes áreas de la tierra.

Organizaciones internacionales como la Liga de La Leche y Unicef reconocen que la suplementación con vitamina D es necesaria cuando hay una exposición inadecuada a la luz solar, y que algunos bebés están en mayor riesgo que otros. La investigación con respecto a este tema, complejo, global, controversial e interdisciplinario está incompleta y debe ser expandida. Por ahora es cierto que los bebés amamantados requieren suficiente exposición a la luz solar o suplementación para evitar la deficiencia de vitamina D.

Por Cynthia Good Mojab, MS, IBCLC – Hillsboro, Oregon, USA

Traducido por Bárbara de Zuleta de Abstracts Vol. 22 # 1 de noviembre de 2002, publicación de La Leche League International, Schaumburg, Ill, Estados Unidos. Adaptado por María Cristina Sáenz.