“Mi paternidad a través de la lactancia: una huella imborrable”-
Por Juan Alberto Suástegui Vargas
Vivo en Guerrero, aquí la paternidad se enfrenta a diferentes ideas arcáicas: el padre sólo provee, el padre está ahí pero la madre hace todo el trabajo de crianza. Si bien desde hace un tiempo las cosas están cambiando en el mundo y en el país, algunas regiones y mentes no lo hacen al mismo tiempo. Antes de que naciera mi hijo no tuve alguna preocupación respecto a la lactancia, soy médico y uno asume muchas cosas pero sólo hasta que me pasó a mí fue que ví que muchos médicos y personal de salud somos terribles guías con conocimiento obsoleto y equivocado. Hablo como una generalidad, ya que son pocos los que se actualizan. No sólo es información, sino también es promover la lactancia como un acto de amor puro y de íntima comunidad de la madre con su bebé.
Cuando nació mi hijo, como papás nos encontramos con la aparente falta de salida de leche de mi esposa al momento de alimentar el primer día a nuestro bebé, sin saber cuáles eran las características de la leche materna y sus etapas, escuchar a mi bebé «muriendo de hambre»; y haciendo caso a la indicación de que la fórmula era necesaria a pesar de todo. A la fecha y por largo tiempo, he sentido el remordimiento de no haber apoyado plenamente a mi esposa en sus primeros intentos de una lactancia efectiva. No me sentí plenamente como un compañero en ese momento, pero la oportunidad de corregir siempre está presente así que asumí mi responsabilidad y pude apoyarla de a poco en poco hasta que la lactancia se volvió una costumbre, viendo primero sus desvelos con el succionador hasta las noches tranquilas de hoy en día, donde se acomoda plácidamente para darle directamente desde el pecho.
Mi hijo ya tiene un año y 3 meses, llevó su lactancia exclusiva hasta los 6 meses y pude darme cuenta de las propiedades que ésta brinda, no tuve que preocuparme por enfermedades ni alteraciones de relevancia antes y ahora. Se ha mantenido con un gran animo y su crecimiento es un regalo de cada día.
Como médico, me encontré con la disyuntiva de dudar de la información “irrefutable” que tenía como profesional de la salud, que los datos no están actualizados y la promoción que se hace de la lactancia no está centrada en la madre como debería ser. He leído e investigado un poco más, profundizando en que en el mundo existe un cambio de paradigma en cuanto a la compresión de la lactancia materna y su importancia en la vida temprana de un niño.
Como padre me he formado la idea de que la lactancia materna tiene su poderosa influencia en la formación adecuada de mi hijo, de las probabilidades muy bajas de presentar enfermedades mientras la lactancia se mantiene activa. Si bien es una verdad
sabida de las grandes propiedades de la lactancia materna, es poco promovida de forma adecuada por los profesionales de la salud, quienes se apropiaron de este acto y no le han dado la visión adecuada. Me siento más vinculado a mi hijo gracias al hecho de que todo se da de manera natural, que podemos cuidar de él de forma más plena y recibiendo los nutrientes que requiere su cuerpo. Las maravillas de la lactancia materna son enormes y he sentido un redescubrimiento de la naturaleza de la madre como dadora continua de vida, incluso ya después del embarazo. El impacto que ha creado en mí como persona, como padre y como
profesional de la salud ha dejado una huella imborrable a futuro, me ha permitido disfrutar a plenitud de mi hijo y de mi familia en su conjunto, dando el valor que la lactancia tiene para todos nosotros.