Mi paternidad: ser el mejor amigo y el mejor papá
Por Angel Arvayo
Cuando recibí la noticia que vendrías al mundo como nuestro hijo, no pude contener mi felicidad y la risa de bobo o de nervios. No pude evitarla pero ese momento ha sido hasta hoy el que más ha revoloteado sobre mí. Con el corazón acelerado, la cabeza pensando miles de cosas a la vez pero con un sentimiento único era lo que me mantenía con los pies en la tierra y que es así hasta el momento, el amarte cada día, cuidar de ti hasta donde me sea posible hacerlo…
A poco más de dos años de ser papá, no dejo de conocer la capacidad de amar y que sin duda antes no imaginaba tener. Cada día que pasa por más rutinario que parezca siempre hay una aventura nueva que no me quiero perder, volver a jugar como cuando era niño, tener un compañero que disfrute tanto jugar, tener un pequeño amigo y ser su amigo es mi pensamiento feliz con el que me duermo cada noche y a la mañana siguiente es lo que me mantiene motivado para siempre. Ser el mejor amigo, el mejor papá.
“La vida de los adultos es aburrida” dicen los niños. Y no están muy lejos de la verdad. Cuando era niño veía a mi papá siempre trabajando y metido en sus asuntos que casi no tengo recuerdos donde jugábamos o reíamos sin preocupación alguna. Más adelante en mis pensamientos me preguntaba si debía ser igual que mi papá cuando me tocara mi turno. Era la imagen que tenía pero decidí romper ese patrón. Ahora mi hijo me ayuda en actividades sencillas y él se siente útil y responsable, jugamos todos los días. El tiene en mí a un amigo y un papá que lo protege. En nuestra comunicación diaria siempre están los TE AMO.
Todo esto no sería posible sin la mamá, mi amada esposa. Hemos hecho muy buen equipo en la crianza de nuestro hijo y parte de ello ha sido la de decidir regalarle el oro líquido hasta que él decida cuándo será suficiente. No importa llegar de trabajar y tener que cocinar o hacer algo de limpieza porque al niño se le antojó tomar su lechita y hacer una siesta o simplemente quiere estar todo el día “prendido” a la mamá. El necesita su lechita y no es chantaje, estamos en la misma sintonía y así es como funciona nuestra familia, caminando juntos. Me da mucha alegría verlo tan enamorado de su “titita”, ahí encuentra el consuelo en sus
momentos tristes, en sus lapsos de berrinche, tiene su paz para conciliar su sueño y sus energías matutinas para empezar su día completo. Me llena de ternura y risa verlo hasta hablar con su titita, que a decir verdad lo veía como algo extraño que después de un año los niños siguieran lactando pues me faltaba mucha información y agradezco tanto a La Liga de la Leche en ayudarme a cambiar esa mentalidad tan pobre. Quizás no asista ordinariamente a las sesiones pero mi pequeña contribución al grupo es hacerlo crecer o al menos difundir el mensaje a los futuros padres con quien convivo. Apoyo incondicionalmente a mi esposa en
sus objetivos dentro del grupo. Afortunadamente conozco a las chicas que lo conforman y sinceramente TIENEN MIS RESPETOS Y MI TOTAL ADMIRACION por profesar tan bella causa y la más necesaria para nuestros hijos…