Mi paternidad y la lactancia: agradecimiento.-Por Gerardo Lomelín Aragón

 

 

La noche que concebimos a Halia, nuestra hija, sentí que una energía muy especial bajaba en forma de espiral desde el Universo. Nunca había sentido algo así. Fue muy emocionante.

Después, esa mañana que Regina se hizo la prueba de embarazo y dijo: ¡Dió positiva! ¡Estoy embarazada! Un flujo de energía recorrió todo mi ser y me acerqué a ver las franjas rojas en la ventanilla de la prueba de embarazo. Otra gran emoción recorría mi
cuerpo.

No puedo describir con palabras las sensaciones que experimenté al ver crecer ese abdomen hermoso e imaginar a ese ser que hasta entonces no sabía ni cómo nombrarlo. Pero ya le hablaba y le cantaba. «¡Voy a ser Papá. Decía!», y yo mismo no podía creerlo.

El gran día llegó. Nació Halia. Fue muy emocionante ver la cara de su Mamá al verla por primera ve. Sana y hermosa.

Al principio no fue fácil la lactancia, los primeros tres días no le bajaba la leche, e incluso experimentó dolores e inflamación, la niña lloraba, una amiga nos regaló leche que le dimos con biberón. Una consejera de la Liga de La Leche nos asesoró muy amorosamente y con un gran conocimiento en la materia, hasta que las cosas se normalizaron, pero vivimos momentos muy difíciles.

Ahora Halia está muy bien acoplada a su Madre y ha crecido mucho, además está muy sana y es hermoso ver como su Mamá le dedica mucho tiempo a amamantarla. Los resultados de ese proceso de lactancia son sorprendentes. Normalmente los bebés suelen ser bonitos, pero Halia es muy hermosa, los ojos, los pies, las manos, las pestañas, la sonrisa y la energía que emana de ella. Nunca antes he sentido la alegría que da el que ese ser mire tus ojos, sonría, reconozca tu voz, y le lance los brazos a su Mamá; quién ha hecho una impecable labor de lactancia que se nota en el desarrollo, crecimiento, y el sano aspecto que muestra la pequeña Halia.

Nuestra hermosa y bendecida hija. Ahora que ya tiene ocho meses, no puedo menos que agradecerle a Regina todo el cariño, la entrega, la dedicación y el amor con el que ha cuidado y amamantado a nuestra hija, y manifestar mi admiración por lo valiente y fuerte que ha sido durante todo este tiempo.

Gracias Regina. Gracias Halia. Gracias Dios.

 

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