Paternidad y lactancia: acompañamiento
Por Marco Antonio Gómez Marín
Siempre quise ser padre, desde la secundaria recuerdo. Cuando Daniela y yo decidimos tener a nuestro bebé fue una decisión muy difícil pero nuestro amor como pareja, como amantes, como amigos nos hizo creer que podríamos si lo queríamos.
Así es como comienza nuestra historia como padres. Uno piensa que es cuidar, alimentar y enseñar (al menos eso pensaba al inicio) pero mientras íbamos preparando todo para llegada de nuestro hijo, iba cambiando los escenarios ya imaginados. Uno como padre se siente con la responsabilidad de estár ahí, lo necesite o no. Justo pasó en la lactancia, pero ese sentimiento de rechazo lo experimente por primera vez en el embarazo, mi olor.
¡Pero vamos! Hablemos de Lactancia.
No sabíamos cómo iba ser eso, sabíamos que era normal y que era bueno para mi hijo, por todos los nutrientes y defensas que le aportan pero desconociamos del tema y fue raro porque cuando estábamos en el embarazo nos advirtieron de las desveladas, de los pañales, de los vomitadas, de los gastos, etc. Pero no recuerdo que nos hayan advertido de la lactancia. Nosotros la pasamos mal, y digo pasamos porque de verdad, ambos la pasamos mal, obviamente ella más.
Puedo expresar el sentimiento con una palabra: Impotencia. El ver cómo sufría por amor, cómo se acomodaba para que nuestro hijo comiera mientras rodaban lágrimas en los ojos, ver sus pies retorcerse de dolor y tú sólo observar. Intenté muchas veces
ayudar pero sinceramente estorbaba, los dejaba solos en la recámara y al cerrar la puerta lloraba, veía como la chica que amo sufría por amor a mi hijo.
El ver las llagas, puntos blancos por las marcas que le hacia mi hijo, no sabía qué hacer para ayudarlos. Preguntaba a mi amigas que eran mamás si era normal, me contaba sus experiencias y me decían que ella no habían sufrido, fue algo de lo más normal. Esto me generaba más confusión ¿Lo estaremos haciendo bien? ¿mi hijo viene bien de la boca? ¿mi chica no es apta físicamente para amamantar? Compramos cremas, aceites y no, no funcionaba.
Fue hasta que Dani me comentó de una “Liga de La Leche”. Sinceramente no entiendía por dónde iba pero Dani me explicaba con tanta fe y entusiasmo que se me hizo una idea genial y humana, de cierta forma me sentí identificado o acobijado. Supuse que muchas parejas pasan por lo mismo. Me dijo que quería ir, me sentí también integrado sobre el tema, ya sea tan sólo en cuidar a mi hijo pero me sentí integrado. Ella fue y yo me quede con mi hijo, cuando regresó la vi diferente, me hablaba diferente, reía, reíamos. Me platico que mejor se hubiera llevado a mi hijo, que quería ir otra vez.
Entendí el nombre, el concepto. Gracias chicas, gracia por todo, gracias por acompañarnos y guiarnos en esa etapa que fue difícil, nos las conocí pero las vi en los ojos de Daniela.