Nota Editorial: Ofrecemos artículos de nuestras publicaciones de años anteriores como referencia para nuestras Líderes y miembros. Los lectores deben tener en cuenta que la investigación y la información médica cambian con el tiempo.

Por Melissa Vickers
(tomado de LEAVEN, Septiembre-Octubre 1995, pp. 69-71)

Melissa Vickers es APL por Tenesse, USA y editora de LEAVEN. Es madre de dos hijos y consultora de lactancia certificada.

He repetido la charla sobre la “Composición de la leche” hablando por teléfono con madres angustiadas tantas veces que mi marido la ha memorizado. Me habría encantado que alguien me hubiera dado a mí esta charla cuando mi hija era una niña pequeña, ambas habríamos sido mucho más felices! Merrilee era una de esas niñas que maman todo el tiempo, que se ponen nerviosas con la bajada de la leche y que luego vomitaba grandes cantidades de mi preciosa leche. Estaba nerviosa y agitada entre tomas y aunque se ponía nerviosa cuando le ofrecía el pecho, obtenía gran consuelo de él una vez que lo tomaba. Si ella hubiera sido mi primera hija, no se cómo lo habría soportado.

Merrilee tenía seis años cuando finalmente encontré una posible explicación de su comportamiento exasperante. Asistí a una conferencia en la que Michael Woolridge, un investigador de Gran Bretaña, habló sobre sus estudios del cólico y la sobrealimentación en los niños alimentados a pecho. Uno de los documentos que repartió era un artículo que Él y Chloe Fisher (co-autora de Breastfeeding: Getting Breastfeeding right for you) habían escrito. Se titulaba “Cólico, sobrealimentación, y síntomas de malabsorción a la lactosa en el niño alimentado a pecho: un posible efecto del manejo de la alimentación”. (revista Lancet, 1988). Leer el artículo y escuchar la explicación de Woolridge me proporcionó el mismo sentimiento de “Ah, esto es”! que sentí en mi primera reunión de la Liga de La Leche.

Para poder apreciar plenamente los beneficios potenciales de la investigación de Woolridge, vamos primero a contemplar juntos como funcionan normalmente el reflejo de bajada de la leche y la regulación de la producción de leche. Estos dos procesos son clave para comprender el problema y la solución.

El reflejo de bajada de la leche

El reflejo de bajada de la leche es, en la producción de leche, el equivalente a un servicio de “correo urgente”. Es un proceso controlado hormonalmente que saca la leche de las zonas superiores del pecho y la transporta a través los conductos hacia los senos que hay bajo la areola, de ahí al pezón y, finalmente, a la boca del niño que está esperando esa leche. De acuerdo con el libro THE BREASTFEEDING ANSWERING BOOK (El libro de las respuestas a la lactancia):

Mientras mama, la succión del niño estimula la bajada de la leche. Cuando un niño empieza a mamar, el movimiento rítmico de sus mandíbulas, labios y lengua envía impulsos nerviosos a la pituitaria de la madre, la glándula más importante del cerebro, a través del hipotálamo. Entonces se producen dos hormonas, la prolactina y la oxitocina. La oxitocina estimula el reflejo de eyección o de bajada de la leche, haciendo que se contraigan las células en forma de banda que rodean a las células que producen leche (alvéolos) y provoquen la salida de la leche desde todos los lugares del pecho. Esta acción muscular envía la leche a través de los conductos hacia los reservorios de leche (senos lactíferos) que están unos dos centímetros por detrás del pezón, y así la leche puede llegar al niño.

THE BREASTFEEDING ANSWER BOOK (El libro de las respuestas a la lactancia) continúa diciendo que “el signo más certero de la bajada de la leche es un cambio en el patrón de succión y deglución del niño de rápidos chupeteos y tragos ocasionales a lentos y largos chupeteos con tragos regulares. Si le pedimos a una madre que amamanta que describa el patrón con el que su niño succiona y traga, describirá el patrón mencionado. En segundo lugar, añadirá que su niño ocasionalmente deja unos instantes de succionar y tragar, como si estuviera descansando un ratito, y luego vuelve a iniciar su proceso de succionar despacio y tragar de forma regular. En este punto yo le aseguro que su cuerpo está funcionando como debe. Son esos chupeteos rápidos los que indican que la madre está teniendo muchas bajadas de la leche. Son normales, habituales, y responsables de sacar la leche final, más rica en grasa, del final de cada mamada. A menudo, la única pista que tiene una madre de que está experimentando las bajadas de leche antes citadas es el patrón de succión y deglución predecible, independientemente de si ella misma siente o no esta bajada de la leche. Algunas mujeres apenas sienten el reflejo de eyección, mientras que otras experimentan un cosquilleo en el pecho cada vez que la leche baja.

Como norma general, cuanto más obvia es esta sensación de bajada de la leche para la madre, más llenos estarán sus pechos. Recordemos que la producción de leche está basada en la ley de la oferta y la demanda: la cantidad de leche que produce el pecho está determinada por la cantidad de leche que sale del pecho. Si el niño extrae mucha leche, el pecho se prepara mejor para la próxima vez. ¡Es un sistema verdaderamente ingenioso!

La Composición de la leche

Tan maravilloso como el sistema de producción de leche es el cambio en la composición de la leche a lo largo de cada mamada, algo que ninguna leche artificial para niños puede imitar. La leche inicial que el niño obtiene tan pronto se agarra al pezón se parece mucho a la leche desnatada. Satisface al niño inicialmente, es alta en volumen y baja en grasa y en calorías. A medida que la mamada progresa, el contenido en grasa va aumentando y la leche correspondiente se parece más a la leche entera. Finalmente, hacia el final de la mamada, la leche es rica en grasas, alta en calorías y baja en volumen. La leche final se parece a un rico postre cremoso. La concentración en lactosa (el azúcar de la leche) es relativamente constante a lo largo de la mamada.

Parte de la investigación de Woolridge en los últimos años ha sido medir la ingesta de leche y el contenido en grasa de la leche. Sus estudios muestran que puede haber una gran variación del contenido en grasa de la leche inicial y final en algunas madres mientras que otras muestran muy poca diferencia entre la leche del inicio y del final de la mamada.

Alimentación a demanda

Woolridge destaca la importancia de dejar que sea el niño el que controle su alimentación. Los niños son inteligentes – saben lo que necesitan. Según Woolridge, un niño mamará hasta que haya ingerido las calorías que necesite, entonces podemos deducir que el volumen de leche consumido es menos importante que el recuento de calorías. Un niño que mama de forma eficiente estimulará las bajadas de la leche final y recibirá más leche final, rica en grasa.

Es necesario algo más que un niño eficiente para poder conseguir la leche final. También exige paciencia por parte de la madre y el conocimiento de que es importante permitir que el niño permanezca en un pecho el tiempo suficiente para conseguir esa leche rica en grasas. La pregunta obvia es: ¿Cuánto tiempo tardará? De acuerdo con Woolridge y Fisher, un niño que está satisfecho y confortablemente lleno se soltará del pecho por si mismo. Entonces es cuando vemos la maravillosa mirada de “marinero borracho” que aparece cuando la barriguita está llena. Algunos niños llegarán a este punto más rápidamente que otros; algunos nunca parecen llegar al punto en el que se soltarían del pecho por sí mismos. Esto puede indicarnos que el niño no está mamando de forma eficiente y puede beneficiarse de ayuda en relación con la posición con la que mama o en como se afianza al pezón. A menudo, simplemente levantar el pecho desde abajo permitirá que el niño pueda drenar el pecho con más eficiencia. Las recomendaciones de lactancia que se dan rutinariamente a menudo les dicen a las madres que limiten el tiempo total al pecho y que usen un intervalo de tiempo prefijado de cinco o diez minutos para determinar cuándo cambiar de un pecho al otro. Limitar el tiempo en el que el niño mama de cada lado a solo cinco o diez minutos puede ser contraproducente en relación con el cambio en la composición de la leche. Para algunas madres, dar de mamar de los dos pechos en cada mamada es importante para conseguir mantener la producción de leche y aliviar la hinchazón de los pechos, pero el niño debería terminar completamente el primer pecho antes de que se le cambie al otro lado.

Un Escenario Típico

Vamos a contemplar juntos por qué el cambiar arbitrariamente al otro pecho puede ocasionar problemas. En primer lugar, si la madre controla el tiempo de cada mamada y da el mismo tiempo de cada pecho, el niño va a obtener mucha leche inicial – la leche “desnatada” – especialmente si la madre es una de esas mujeres que tiene grandes diferencias en el contenido en grasa de la leche inicial y final. Si recordamos que el niño intentará seguir alimentándose hasta que obtenga sus calorías, deberá tomar mucha leche inicial para conseguir esas calorías. Cuando saca mucha leche del pecho, el pecho responde produciendo mucha leche. Cuando hay grandes cantidades de leche hay un flujo mayor y un reflejo de bajada de la leche más intenso – ¡lo cual sería como intentar mamar de una boca de incendios que suelta agua a gran presión y sin parar!

Si el niño está bebiendo grandes cantidades de leche, también estará consumiendo grandes cantidades de lactosa o azúcar de la leche. Los niños pueden digerir una cierta cantidad de lactosa, porque producen lactasa – la enzima necesaria para digerir ese azúcar – aunque su cantidad es limitada. Si hay demasiada leche habrá demasiada lactosa que el niño tendrá que digerir, originando un problema similar al de la intolerancia a la lactosa. ¡Cualquiera de nosotros que sufra intolerancia a la lactosa podrá inmediatamente empatizar con la incomodidad que el niño puede sentir!

El alto contenido en lactosa en el intestino produce diarrea, que se complica además porque el contenido bajo en grasas de la leche provoca un rápido vaciado del estómago. Algunas veces el estómago “se vacía en la dirección equivocada”, haciendo que los niños expulsen leche – consumen más leche de la que pueden mantener en su interior cómodamente. Y para complicar aún más el problema, si el niño no consigue las calorías que necesita, deseará comer pronto de nuevo.

Piensa ahora en todas las llamadas que has recibido de madres que se preocupan por no tener suficiente leche porque el niño mama “todo el tiempo”. O quizás creen que no le gustan a su niño porque “pelea” contra el pecho, o expulsa lo que parece ser una gran cantidad de leche y tiene deposiciones verdes y espumosas. O piensa en la madre a la que se le escapa mucha leche entre mamadas o durante la bajada de la leche. Estas madres están probablemente sufriendo de una bajada de la leche demasiado intensa, ocasionada por ideas equivocadas sobre la lactancia y una interferencia con el “flujo” normal de leche, y son candidatas a recibir ayuda de los hallazgos de investigación de Woolridge y Fisher. (si deseas más información sobre una bajada de la leche demasiado intensa, los síntomas y sugerencias de tratamiento, por favor consulta los artículos posteriores)

Como ayudar a estas mujeres?

Has visto alguna vez a una gata amamantar a sus gatitos? Cada gatito mama en un solo sitio hasta que acaba. ¡Mamá gata no juega a las “sillas musicales” con sus gatitos! Quizás una forma más natural de amamantar sea el dejar que el niño termine primero el primer pecho.

Coméntales a las mujeres embarazadas y a las madres de niños recién nacidos de la importancia de asegurarse de que sus niños mamen el tiempo suficiente para conseguir la leche final. Si les explicas el proceso, lo comprenderán y estarán más animadas a poner en practica esta forma de amamantar. Animarlas a dejar que sus niños mamen de un lado hasta que se suelten por sí mismos. Pueden entonces ayudarles a eructar o cambiarles de pañal. Si el niño parece seguir hambriento, la madre puede entonces ofrecer el otro lado y dejar que su niño tome lo que necesite. Puede entonces empezar la siguiente mamada por ese segundo lado.

Amamantando principalmente de un lado en cada mamada, el niño obtiene todas las calorías que necesita con un menor volumen de leche. Así la madre se siente más cómoda y tiene menor probabilidad de que la leche le gotee o se le escape. Su niño tendrá menos cólicos y a menudo ganará peso a un mejor ritmo. Tendrá menos posibilidades de rechazar el pecho o luchar contra Él porque ya no estará amamantando de la “boca de incendios”. Y podrá aguantar más tiempo entre comidas porque estará comiendo una “comida” que incluye tanto el “aperitivo” (leche inicial) como el “postre” (leche final).

Evelyn Byrne, líder retirada y IBCLC, nos recuerda la importancia del seguimiento de estas madres. El niño puede estar marcadamente más tranquilo después de unas pocas mamadas, pero el método puede requerir “ajustes finos” durante un par de semanas. El aumento de peso del niño debería mejorar si está obteniendo más leche final. Si no gana peso, lo pierde o tiene menos pañales mojados, debe de nuevo evaluarse el manejo de la lactancia. Recordar que a menudo salir de un problema nos lleva tanto tiempo como nos llevó meternos en Él puede ayudar a la madre a superar la situación y mirar adelante.

Los patrones de lactancia pueden variar

Estoy segura de que conocen a muchas madres (incluyendo, quizás a nosotras mismas) que amamantaron con los dos pechos en cada toma y les funcionó bien. Esto es simplemente otra indicación de la adaptabilidad del cuerpo humano! Si el sistema que la madre usa le funciona, entonces no existe ninguna razón para cambiarlo. Sin embargo, puede seguirle siendo de ayuda oír acerca de los cambios de la leche durante la mamada. El conocimiento es una herramienta poderosa! Y algunas madres pueden sentirse aliviadas al escuchar que no es necesario cambiar de pecho en cada toma – particularmente aquellas madres que tienen que luchar por desprender a sus niños que están firmemente afianzados al primer lugar.

Puede que las madres que dan de mamar de ambos pechos el mismo tiempo en cada mamada sean lo suficientemente afortunadas para que este sistema les funcione. O quizás haya algún otro factor actuando en ese caso. Woolridge especula que quizás las mujeres que muestran las mayores variaciones en el contenido en grasa de la leche son aquellas que más se benefician del método de lactancia “termina primero el primer pecho”. Las mujeres con pocos cambios en la composición de la leche pueden amamantar a sus hijos como quieran y los niños obtendrán lo que necesitan.

La investigación de Woolridge representa otro ejemplo de como la ciencia de la lactancia respalda el arte de amamantar. También confirma lo que las Líderes de la Liga de la Leche hacen de forma natural – animar a las madres a mirar a sus hijos buscando las señales que ellos les dan.