La lactancia en bebés prematuros

Por Talía Pryluk.- Líder de la Liga de La Leche México

 

 

Soy madre de cinco hijos, las últimas tres nacieron prematuras, a las 35 semanas de gestación. En los tres partos tuve inducción por preeclampsias anteriores. Los partos fueron naturales y buenos, pero las bebés nacieron de bajo peso relativamente.

Puesto que soy una madre con algo de experiencia previa y mucho conocimiento acerca de la lactancia, sabía que probablemente sería un poco más difícil amamantar, ya que los bebés prematuros tienen mayor riesgo de sufrir bajas de azúcar, más dificultad para controlar el calor del cuerpo y puede haber dificultad para mamar por la debilidad de los músculos y un nivel más bajo de energía. Los prematuros tienden a ser más somnolientos y en general, todo su proceso de adaptación a su nuevo mundo puede ser más largo y difícil. Todo esto lo sabía de antemano, por lo que nuestro proceso de adaptación y la lactancia fueron buenos y con resultados positivos.

Me fue muy importante contar con una red de apoyo, porque sabía que los pediatras no siempre estarían de mi lado, pero también sabía que yo se lo que es mejor para mis bebés. El ancla principal de mi red de apoyo fue mi querido esposo, y su función durante el parto y la hospitalización fue asegurarse de que la bebé estuviera con nosotros todo el tiempo y que no recibiera fórmula ni agua con azúcar… Y así fue – mi marido sabía cuál era su papel y lo importante que es la lactancia inmediatamente después del parto. Me pusieron a la bebé sobre el pecho y ahí se quedó durante media hora. Después de la expulsión de la placenta revisaron a la bebé frente a nosotros y después me la devolvieron. Durmió y estuvo con nosotros todo el tiempo.

Durante las primeras horas después del parto la lactancia no fue fácil, porque la bebé estaba adormilada y débil, pero poco a poco le fui dando gotas de calostro directo a su boca, lo cual elevó su nivel de azúcar, que era limítrofe. Así estuvo un poco más despierta y con más fuerza para seguir mamando.

El calor del cuerpo, que estaba un poco bajo, lo cuidamos con el contacto piel a piel conmigo y nos tapamos con una cobija calientita. Así coordinamos nuestra respiración y nuestro pulso. La habitación estaba cálida, oscura y con música relajante, para bajar la hormona del estrés de las dos después del parto. Tres horas después del parto mi pequeña bebé prematura empezó a mamar de manera más efectiva.

Un día después del parto subieron sus niveles de bilirrubina, por lo que, a pesar de nuestra insistencia de dar la oportunidad de más lactancias tuvimos que dejarla en fototerapia para bajar la bilirrubina. Esta separación de ella fue para mí lo más difícil. Sabía que no era correcto e insistí en que pasaran la cuna de fototerapia a mi habitación para que estuviera más conmigo, pero el reglamento del hospital no lo permitía. A pesar de todo, cada dos horas (o en ocasiones más frecuentemente) me paraba para amamantarla lo más posible para que bajaran los niveles de bilirrubina más rápidamente. Después de 18 horas volvimos a estar juntas.

Espero que en el futuro el equipo médico entienda que lo más importante y lo más sanador para la madre y para el bebé es estar juntos.

Yo se que el relato exitoso de nuestra lactancia no hubiera sido igual si no hubiésemos insistido en estar junto a la bebé. La separación de la madre y el bebé puede afectar la conexión y el proceso de adaptación de toda la familia, pero sobre todo puede tener efectos sobre la lactancia.

Es por eso que recomiendo a toda madre que desde el embarazo busque información para aprender y estar preparada y para que prepare una red de apoyo que le ayude a sortear este proceso de una manera tranquila y placentera.

¡El conocimiento es fuerza!